EL EMPIRISMO Y
LA CRITICA DE LA METAFÍSICA LOCKE Y HUME
- John Locke: Fue el primer filósofo que articuló las ideas centrales del empirismo moderno, según el cual hay muy pocos asuntos que puedan resolverse sin una cuidadosa y ecuánime consideración de las pruebas obtenidas por medio de los sentidos. Nacido en 1632, redactó sus obras en la época en que la física de Newton estaba reemplazando la ciencia de Galileo y Descartes, cuyas ideas se centraban más en la razón que en pruebas empíricas.
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Pensador inglés (Wrington, Somerset, 1632 - Oaks, Essex, 1704). Este hombre polifacético estudió en la Universidad de
Oxford, en donde se doctoró en 1658. Aunque su especialidad era la Medicina y
mantuvo relaciones con reputados científicos de la época (como Isaac Newton),
John Locke fue también diplomático, teólogo, economista, profesor de griego
antiguo y de retórica, y alcanzó renombre por sus escritos filosóficos, en los
que sentó las bases del pensamiento político liberal.
Locke y el
Empirismo: Locke formuló la ideología que
acompañaba a la ciencia newtoniana, lo que favoreció que la actitud empirista
formara parte del sentido común de la gente educada. La misma actitud anti dogmática conformó las influyentes ideas de Locke respecto a la tolerancia
religiosa: como resulta tan difícil saber qué es la verdad, argumentaba Locke,
a la gente se le debería permitir, en la medida de lo posible, creer lo que
elija creer.
Todo nuestro
conocimiento procede de la experiencia
La afirmación central de Locke respecto al conocimiento es que no existen las ideas innatas. Con ello pretende afirmar dos cosas:
La afirmación central de Locke respecto al conocimiento es que no existen las ideas innatas. Con ello pretende afirmar dos cosas:
- la primera es que es preciso incorporar las creencias a través de la experiencia del mundo.
- La segunda es que, cuando uno nace no tiene conceptos en la mente. Muchos filósofos habían asumido que los conceptos más básicos, como la idea de que una cosa es idéntica a sí misma, formaban parte del mecanismo pensante de la mente. Locke argumentó que incluso esos conceptos tenían que ser adquiridos: al nacer, la mente es una tabula rusa, una pizarra en blanca.
- En su Ensayo sobre el conocimiento humano (1689).. Locke proporcionó una serie de razones para negar la existencia de las ideas innatas. Señaló que los niños, asimilan los principios abstractos contenidos en conceptos básicos hasta que alguien se los enseña. Los niños de dos años no dicen que «cada cosa es idéntica a sí misma» o «que cuatro ángulos rectos forman una circunferencia completas. Tampoco los recién nacido» parecen albergar en su mente ningún tipo de concepto porque, de hecho, no parecen pensar.
- En cuanto ¡ideas sobre las propiedades de los objetos, como su forma, peso y solidez, Locke argumentaba que en la mente de los adultos sofisticados se producen complejas combinaciones de ideas. La idea de una forma triangular, por ejemplo, se basa, en parte, en el aspecto que tiene diversos objetos triangulares vistos desde distintos ángulos; en parte, en la sensación que producen, y en parte, en la experiencia de caminar por rutas triangulares. Sólo combinando todo lo interior la persona puede hacerse una idea de lo que es un triangulo.
- Fuentes de conocimiento Así, si no hay ideas en el momento de nacer, ¿de dónde proceden? La respuesta de Locke es que la mente tiene capacidades innatas para adquirir ideas a partir de la percepción del mundo externo y de la reflexión sobre si misma y sus contenidos. De modo que, al cabo de muy poco tiempo en el mundo, el niño tendrá lo que Locke llamaba »impresiones», que son las ideas más simples producidas por la sensación y la reflexión.
- La sensación produce un tipo de impresiones, como los tonos de los colores de las cosas, y la reflexión proporciona una Impresión del propio yo. Si se combinan ambos tipos de impresiones se pueden elaborar ideas complejas, como las que se tienen sobre los objetos físicos y sus propiedades. Un niño puede combinar ideas simples como gris» y <longitud» con ideas de forma y solidez para obtener la idea más compleja de un elefante y de un tronco, y formarse así la creencia (a la que Locke también llamaría idea) de que los elefantes tienen tronco. De esta manera, los ricos contenidos del pensamiento se construyen a partir de elementos simples que se reciben pasivamente mediante la percepción y la reflexión.
PERCEPCIÓN Y
EXPERIENCIA: John Locke, filósofo del siglo XVII, sugirió
experimento interesante. Así es como él lo explicó: «Suponga que un hombre
nació ciego, que ahora es adulto y que se le enseña a distinguir un cubo de una
esfera mediante el tacto... Suponga que a continuación que se pone el cubo y la
esfera sobre una mesa y que al hombre ciego se le hace ver. La pregunta es si
mediante la vista, antes de tocar las figuras, podrá distinguirlas y decir cuál
es el cubo y cuál es la esfera. Locke evaluó los posibles resultados de la
siguiente manera: «Soy de la opinión
de que el hombre ciego no podría decir con certeza cuál es la esfera y cuál el
cubo con solamente verlos; aunque podría reconocerlos inequívocamente mediante
el tacto...."
·
En la década de
1960 se llevó a cabo este experimento tras operar a personas que tenían
cataratas. Los resultados sólo fueron parcialmente favorables a Locke. Al
recuperar la vista, la gente suele poder diferenciar formas simples con muy
poco entrenamiento. No obstante, estas personas nunca consiguen utilizar sus
ojos al cien por cien. La vista requiere una coordinación con los demás
sentidos que puede ser imposible de adquirir en la edad adulta.
Cualidades
primarias y secundarias
- Según la descripción que Locke hizo de la percepción percibir es tener ideas, que son aspectos de la mente. Locke mantenía que ciertas ideas concuerdan con las propiedades de los objetos reales: la extensión (longitud), la figura (forma), el movimiento u reposo, y el número; éstas son las <cualidades primarias». Otras percepciones —como color, sonido, sabor, etc. — no mantienen dicha concordancia: son las «cualidades secundarias». Se suele que las cualidades secundarias son rasgos reales de las cosas, pero esto, para Locke, era una ilusión. Decir que «la hoja es roja» sólo significa que «la hoja parece roja a los seres humanos». De modo que Locke pensaba que en Esta visión satisface el lema empirista de que «todo procede de la experiencia».
- En cierto sentido, el empirismo de Locke era menos extremo que el de muchos otros empiristas, pues él no creía que las razones existentes para aferrarse a las creencias procedieran exclusivamente de la percepción. Más bien afirmaba que, una vez que uno tiene incorporada la idea de un triángulo y del número tres, si reflexiona sobre esas ideas puede llegar a saber que todos los triángulos tienen tres lados. Locke consideraba que el conocimiento adquirido por medio de la reflexión no se limita al mundo físico.
- En una reflexión sobre qué es lo correcto y lo equivocado se puede llegar a conclusiones importantes, como que la crueldad está mal. No obstante, hay algunas cuestiones a las que nunca se les dará respuesta y que forman el núcleo de muchas disputas religiosas: no se puede probar, por ejemplo, que el alma es inmortal o que una u Otra forma de religión es correcta. Esto condujo a Locke a pensar que, dado que hacía falta cierta uniformidad de creencias para mantener la armonía social, los ciudadanos deberían creer en la existencia de Dios y conocer suficientemente la doctrina cristiana para garantizar la moralidad. Propuso que los otros asuntos religiosos se dejaran a la conciencia del individuo. realidad las hojas no son verdes ni rojas, y los alimentos no son dulces ni amargos.
- Esta distinción entre cualidades primarias y secundarias aún es aceptada por muchos filósofos actuales, pero, ¿es correcta? Por una parte, al poner una hoja roja de arce bajo el microscopio electrónico, su color rojo desaparece. Y lo mismo puede decirse de su forma. Parece que el mundo descrito por la ciencia es completamente diferente del mundo que se presenta a los sentidos, tan distinto que resulta difícil trazar una división clara entre las propiedades que realmente se corresponden con su apariencia y las que no.
El Empirismo de Locke y Hume
John Locke David Hume
David Hume: nace en Edimburgo (Escocia) en 1711.
Estudia Derecho forzado por su padre,
pero lo que
Verdaderamente le interesaban eran
los estudios de literatura,
historia y filosofía. Al estudio de
esas disciplinas se dedicaría en
Su estancia en Francia. Pero su vida
no solo transcurriría al hilo
de su actividad intelectual, sino que
también llegó a desempeñar
Puestos de responsabilidad política,
como los cargos de
Subsecretario de Estado y secretario
de la Embajada inglesa en
Entre sus obras filosóficas cabe
destacar: Tratado de la
Naturaleza humana, que es su obra capital; pero también
el
Compendio
a una obra titulada Tratado de la naturaleza
humana, donde elabora un resumen de aquella
obra magna.
Además, Hume escribió tratados sobre
moral, religión, política:
Ensayos
morales y políticos, Investigación sobre los principios
de la
moral, Diálogos sobre la religión natural.
Hume
perteneció al empirismo, corriente filosófica
surgida en Gran Bretaña en el siglo
XVII bajo el amparo de
John Locke. Este filósofo inglés
(1630-1704) fue el verdadero
impulsor del empirismo filosófico y
del liberalismo político en
Gran Bretaña. Según Locke los pilares
de una Sociedad y Estado
Modernos son: el reparto de poderes
(legislativo, ejecutivo y
judicial), la defensa de los derechos
naturales de los individuos
(libertad, propiedad y justicia) por
medio del establecimiento de
un "contrato social" que
supere los problemas de la vida en
naturaleza del hombre.
Locke
sostuvo una crítica radical a la teoría cartesiana de
las ideas innatas: para Locke nuestro
conocimiento surge a
partir de la experiencia y nuestra
mente es en su inicio como un
papel en blanco, que solo comienza a
llenarse en contacto con la
experiencia. Así pues, el empirismo
surgió como teoría opuesta
a ciertos postulados racionalistas,
especialmente al innatismo
de las ideas, defendido por
Descartes.
Para los empiristas la base de
nuestro conocimiento, así como su límite, se encuentra en la experiencia. Esta
es la que pone en contacto al sujeto de conocimiento con la realidad del mundo
exterior y de su propia actividad mental o conciencia.
Por eso, el empirismo sostiene
Por eso, el empirismo sostiene
que nuestras ideas son producto de
nuestra actividad sensorial,
es decir, de las sensaciones. Así
pues, según el empirismo, y
frente al racionalismo, la
experiencia es la única fuente del
conocimiento y no existen ideas innatas.
Las ideas son, según
Locke, el objeto del pensamiento y
son representaciones de la
realidad en nuestra mente.
Existen dos tipos de ideas: simples y
compuestas, derivando estas últimas de relación entre las
primeras; las ideas simples se pueden
clasificar a su vez en:
ideas de sensación, de reflexión y de
la conjunción de ambas.
Pero no todas las tesis racionalistas
son rechazadas por los
empiristas: el empirismo estaría de
acuerdo con el racionalismo
en la necesidad de buscar un método
adecuado para el
conocimiento, en que éste parte del
sujeto, y en la urgencia por
relacionar estrechamente la filosofía
y la ciencia para culminar
un conocimiento del hombre y del
mundo.
IDEAS SIMPLES
La blancura y frialdad son ideas
simples de un trozo de hielo, idea compuesta
El empirismo del siglo XVIII,
representado por Hume,
puede ser incluido en el ámbito de definición
histórica y
conceptual de la Ilustración, que es
un movimiento cultural de
amplia influencia en Francia (su
cuna), Inglaterra y Alemania.
La tesis fundamental de la
Ilustración es que el saber nos hace
libres y que ese saber se construye
científicamente. Los
ilustrados defendían una razón
autónoma, emancipada de
injerencias tanto políticas como
religiosas, universal, crítica,
laica, científica y con la mirada
puesta siempre en el progreso
social y cultural del ser humano como
base de la consecución de
su libertad y felicidad.
Todas las ideas complejas se forman a partir
de ideas simples.
La Ilustración ha sido el marco
conceptual de la
Revolución Francesa, pero también de
la creación de los
Derechos Humanos y la consolidación
del liberalismo político.
La Ilustración agrupaba nombres de
filósofos, literatos,
científicos, políticos, etc., como
Voltaire, Montesquieu, Holbach,
Rousseau, Diderot, Hume, Newton, Kant.
La teoría del conocimiento de Hume
Para Hume conocer es básicamente
percibir, por lo que
todo nuestro conocimiento se elabora
a partir de percepciones,
las cuales pueden ser de dos tipos,
dependiendo de su fuerza e
intensidad: impresiones e ideas,
respectivamente.
Pero, ¿qué es una percepción? y ¿por
qué las impresiones
preceden a las ideas? Una percepción
es todo aquello que puede
estar presente en nuestra mente, ya
sea por medio de los
sentidos, de las pasiones e incluso
de nuestra reflexión.
Las impresiones, sostiene Hume, son
mucho más vivaces
y potentes que las ideas,
precisamente porque son anteriores en
el acto de percibir que lleva a cabo
nuestra mente. Las
impresiones son actos inmediatos de
la experiencia, tanto
interna como externa; así, habrá dos
tipos de impresiones: de
sensación y de reflexión:
- Las impresiones de sensación nos dan a conocer las cualidades de los objetos del mundo exterior;
- Las impresiones de reflexión nos ofrecen el conocimiento o la experiencia de nuestros estados de conciencia o estados internos. En lo que respecta a las ideas, Hume sostiene que son opias de las impresiones y por esa razón su fuerza es inferior,puesto que no pasan de ser huellas derivadas de las impresiones.
Las ideas no son nunca innatas (a diferencia de lo
que afirmaba Descartes), puesto que
bien derivan de las
impresiones, si han de ser
verdaderas, o bien son construidas
por nuestra imaginación. Las ideas no
son, desde luego,
modelos (frente a Platón) ni modos de
pensamiento (al
contrario de lo que opinaba
Descartes) y no se obtienen por
abstracción (en oposición a la
Escolástica).
En cualquier caso, las ideas se
pueden clasificar en dos
tipos: simples y complejas. Estas
últimas se forman por medio
de la asociación de las primeras
empleando las siguientes leyes
de asociación:
a) ley de semejanza: las ideas se asocian por su parecido
o
semejanza.
b) ley de contigüidad
espacio-temporal: asociamos más
fácilmente ideas que se presentan próximas entre sí.
c) ley de causalidad: se trata de la relación causa-efecto,
según
la cual tendemos a asociar ideas presentando una como
causa de otra y, por ende, colocando una de manera
anterior
a la otra y estableciendo entre ellas una relación de
necesidad
Al margen de la asociación de ideas y de los tipos de
percepciones.
El
conocimiento se clasifica, pues, en:
1.
Conocimiento de relaciones entre ideas: es aquel
conocimiento que trabaja
exclusivamente en el orden de las
Proposiciones y por tanto
corresponden fundamentalmente a
la lógica y la matemática.
La ventaja de este conocimiento es su
potencial analítico (siempre dicen
verdad).
Pero su desventaja es que son
incapaces de ofrecernos
conocimiento experiencial alguno, es
decir, conocimiento de
Los hechos que conforman el mundo.
2.
Conocimiento de hechos:
es aquel conocimiento constituido
por las proposiciones que se refieren
a hechos. Se trata de un
conocimiento empírico, contingente,
obtenido a partir de
impresiones.
Su ventaja es que son capaces de ofrecernos
conocimiento sobre el mundo, pero su
desventaja radica en
que no respetan siempre el principio
de no contradicción y
no pueden tener un alcance universal
ni necesario, pues
están sometidas a prueba y
experiencia, y estas son siempre
particulares, contingentes,
probables, empíricas.
La crítica a la metafísica: el
Problema de la causalidad y la
sustancia
La metafísica había asentado
tradicionalmente su fuerza
Argumentativa en dos principios: la
causalidad y la sustancia.
Hume va a poner en tela de juicio
ambos soportes
fundamentales, provocando así una
puesta en cuestión de la
validez de la metafísica como
conocimiento, que tendría su
culminación ya en el siglo XX con la
corriente del positivismo
Lógico. Pero, a su vez, como se verá,
la crítica de Hume al
principio de causalidad supondrá la
negación de la posibilidad
del conocimiento absolutamente firme,
aunque sea el científico,
pues todo nuestro conocimiento de
hechos es solo probable.
1. El problema de la causalidad
Si no tienes experiencia previa ¿Sabes que va pasar? Quizá una bola
pase a través de la
otra…
El principio de causalidad dice que
todo lo que existe tiene
una causa y que, por tanto, podemos
establecer entre los hechos
una relación de causa-efecto.
El problema deviene cuando aplicamos
esta manera de
pensar a la explicación de las relaciones
entre hechos, es decir,
cuando por medio de la causalidad
tratamos de expresar
nuestro conocimiento de hechos.
Cierto es que si no
recurriésemos al principio de
causalidad, entonces nuestro
conocimiento se quedaría en la mera
percepción de datos
sensoriales aislados, es decir, en la
evidencia de nuestros
sentidos, y a lo sumo en un recuerdo
o memoria de esas
evidencias.
Así que llover no es un
hecho universal: no siempre y en
todos los casos llueve. Unas
veces llueve y otras no llueve. En
segundo lugar, si los hechos
son contingentes y particulares, el conocimiento
que podamos
tener de ellos será de idéntica
naturaleza, es decir, conocemos
casos particulares, conocemos por
experiencia: en el estado X, bajo la función Y, ocurre N. En el siglo pasado
todos los cisnes observados eran blancos. . O bien que si los cisnes conocidos
son
blancos, entonces todos los cisnes
son blancos.
Pero, ¿por qué se produce este salto?
Porque la
Causalidad, esa conexión causa-efecto
con la que pretendemos
explicar nuestro conocimiento de
hechos, tiende a afirmarse
necesariamente. Y aquí es donde Hume
pone el acento crítico
argumentando que no hay razón para
pensar que lo ocurrido en
N número de experiencias vuelva a
suceder en la experiencia N
+1; es decir, porque en el pasado
todos los cisnes que he
conocido fueran blancos, no tengo
razón suficiente para afirmar
que todos los cisnes del mundo
(pasados, presentes y futuros)
han de ser blancos.
Entonces, ¿qué provoca ese salto de
lo particular a lo
general, de lo contingente a lo
necesario? Según Hume, la
costumbre, el hábito de la
observación pasada y la creencia o
confianza en que lo ya conocido se
repetirá de igual manera en
el futuro. Así pues, en opinión de
Hume, la causalidad no es
algo real, es solamente una operación
de nuestra mente (su base
es psicológica) que se apoya en la
costumbre y la creencia.
Pero, ¿qué es exactamente la
creencia? Hume la define
como un sentimiento de carácter
vivísimo que acompaña a una
asociación de ideas y que se apoya en
un hábito o costumbre
originado en nuestra mente. Hume distingue
la creencia de la
ciencia, de la evidencia y de la fe:
la creencia es distinta de la
ciencia porque esta última, siguiendo
en esto a Aristóteles, es un
conocimiento necesario de lo
universal.
En resumen:
El conocimiento de hechos se produce
siempre por
experiencia; esta es en todo caso
contingente y particular,
como los hechos mismos;
la conexión de causalidad que
establecemos entre ellos no
tiene una validez universal y
necesaria, sino solo
contingente y particular, porque
dicha validez está
sometida a prueba, experiencia, y las
pruebas por
definición son siempre particulares;
es el hábito o costumbre de la
observación de los hechos en
el pasado lo que nos induce a creer
que podemos conocer
el futuro de los hechos, pero no es
posible conocer un
hecho futuro, sencillamente porque no
existe y porque el
conocimiento de los hechos está
basado en la experiencia y
no hay experiencias futuras.
Por tanto, lo que Hume está
defendiendo es que en el
conocimiento de los hechos
(conocimiento científico) no
puede existir un cuerpo de certezas
universales y
necesarias. El escepticismo es
rotundo. A lo máximo que
puede llegar el conocimiento empírico
es a afirmar la
probabilidad (nunca la necesidad) en
la relación entre
fenómenos. Así pues, la causalidad no
existe de manera
real o independiente de nuestra
mente: meramente es un
hábito de nuestro conocimiento, una
manera de ordenar y
proyectar nuestro conocimiento.
Pero correlativamente Hume está
defendiendo el
fenomenismo: lo que existen son
hechos particulares, que
nuestra creencia pone causalmente en
conexión; pero no
existe relación necesaria alguna
entre hechos. Ante la
relación la bola A golpea a la bola B
y esta se mueve, lo que
tenemos es la existencia por separado
de ambas bolas, el
choque entre ambas y la producción de
movimiento, pero
no existe la causa (la bola A golpea
a la bola B) ni el efecto
(la bola B se mueve porque ha sido
golpeada por A). La
existencia de la bola A es un hecho,
también lo es su
choque y movimiento, pero la causa no
es ningún hecho;
únicamente es una manera de hablar
sobre los hechos, una
explicación de los mismos. Pero lo
que realmente existen
son hechos, no explicaciones. Lo que
existen son
fenómenos, es decir, hechos
contingentes, particulares.
2. El problema de la sustancia
Teniendo en cuenta el escepticismo y
el fenomenismo
como paradigmas a partir de los
cuales comprender la realidad,
la filosofía de Hume lleva a cabo un
duro enfrentamiento con la
Tradición Filosófica al poner en tela
de juicio la idea de
sustancia, que había sido el pilar de
la metafísica occidental.
Para Hume, la idea de sustancia no
tiene detrás ninguna
impresión que la fundamente, por lo
que tal idea no puede
provenir de alguna cosa real. Si,
además, tenemos en cuenta el
estricto empirismo de la filosofía de
Hume, según el cual la
experiencia es la fuente y límite de
nuestro conocimiento,
entonces no hay lugar para la
sustancia, pues esta no tiene
cabida en el campo de la experiencia.
Así pues, la sustancia, según Hume, es una colección de
ideas simples unidas por la
imaginación, sólo designa un
conjunto de percepciones particulares
que nos hemos
acostumbrado a encontrar juntas. Ni
siquiera existe ese soporte
incognoscible de las cualidades que
se muestran a nuestros
sentidos (al que se refería Locke);
pues si le quitamos esas
cualidades a cualquier ser, ya no nos
queda nada; por tanto, no
hay ningún soporte o sustrato de esas
cualidades. Así, si le
quitamos a la rosa el cáliz (verde) y
los pétalos (de diferentes
colores) ya no hay rosa. De este modo,
la sustancia no es más
que el nombre asignado a un
determinado conjunto de
cualidades que nos hemos acostumbrado
a encontrar juntas.
Para entender adecuadamente la
crítica de Hume a la idea
de sustancia y con ello la crítica a
la metafísica como saber, hay
que partir del nominalismo en clave
ontológica: Hume, como
Ockham, es nominalista en este
sentido, pues defiende que no
existen las ideas generales y
abstractas, sino que éstas sólo son
ideas particulares vinculadas a un
término general, basándose
en la semejanza. Considera que en la
realidad no existe ninguna
entidad colectiva, no existen los
conjuntos, sino sólo los
componentes individuales, y nosotros
utilizamos términos o
nombres generales para entendernos,
pero no porque se
correspondan con algo existente en la
realidad.
En
esta línea de crítica de la metafísica va a tratar el
problema
de las sustancias:
Dios
mundo y yo, tal y como
habían sido establecidas por Descartes.
Mundo. Según Descartes la existencia del mundo estaba
garantizada por un Dios bueno y veraz
que no puede permitir
que nos engañemos. Locke había
aceptado la existencia del
mundo diciendo que la realidad
extramental es la causa de
nuestras impresiones. Sin embargo el
análisis radical de Hume
nos lleva a decir que lo único que
podemos afirmar es que
tenemos unas impresiones, pero no
podemos afirmar que a
estas impresiones corresponda una
realidad extramental
exterior.
Dios. La existencia de Dios había sido establecida por
Descartes a partir de la idea innata
de perfección. Locke había
afirmado la existencia de Dios a
partir del principio de
causalidad, al considerar a Dios la
causa de nuestra existencia.
Evidentemente, Hume niega la
posibilidad de conocer la
existencia de Dios. Sólo tenemos
conocimiento de nuestras
impresiones y no tenemos ninguna
impresión de la existencia
de Dios; evidentemente, tampoco
podremos llegar a Dios
aplicando el principio de causalidad
(como habían hecho otros).
En este tema Hume se muestra
partidario del escepticismo y
agnosticismo.
Yo. Tanto Descartes como Locke habían aceptado la
existencia de la realidad del yo, del
cual tenemos una certeza
intuitiva inmediata y evidente. Pero
Hume, siguiendo su crítica
radical, afirma que sólo tenemos
intuición de nuestras
impresiones; y el "yo" o
"sujeto pensante" no es una impresión
que permanezca constante, sino que es
aquello que se supone
como sujeto al que se refieren
nuestras impresiones. Nosotros lo
que tenemos son impresiones variables
que se suceden unas a
otras: dolor, alegría, tristeza,
tranquilidad...; por tanto, no hay
una impresión constante y permanente
a la que podamos
considerar el "yo".
Así,
para Hume el "yo"
es un haz de
percepciones que se suceden y que se
mantienen unidas por la
memoria. El error se debe a que
confundimos sucesión con
identidad. El yo no es más que una
sucesión de impresiones a
las que da soporte la memoria. Así
pues, para Hume, la
memoria es lo que permite explicar la
conciencia de la propia
2 comentarios:
muy interesante el tema...
muy buena la informacion....me sirvio mucho......
gracias!!........
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